jueves, 30 de mayo de 2013

LA TELARAÑAS ROTAS

Son caminos verdes los que se pierden en el azul de tus ojos. 
Son veletas movidas por el viento las que desnudan tus cabellos. 
Dedos que rompen telarañas y abren libertades. 
Soplan aires certeros en los rincones de tu alma. 
Castillos y caballeros ondean tu bandera al Sol. 
Águilas y gaviotas protegen del mal a esta bella flor.
Grano de tierra y grano de amor se juntan en el centro de tu corazón. 
Brisas cálidas transforman la estirpe de la mañana, 
mientras por la noche escuchas al ruiseñor.

UN SUEÑO EXTRAÑO

Ojos que destapan velos negros en el escozor de la madrugada .
Sentidos que enmudecen con la llegada de los rayos de Sol.
Sedas que cristalizan con la caída de las ramas de los arboles.
Frutos que orbitan a los amantes,
piedras que se derriten con el movimiento de unos labios.
Respiraciones que mil y una tierras hacen fértiles.

lunes, 27 de mayo de 2013

EL RUGIR


Son los grises del cielo y el rugir de mis párpados que reaccionan a la caída de cada gota de lluvia. Mis pasos suben la cuesta y arañan el asfalto, los pájaros alarmados sobrevuelan las alturas, las armas del cielo retumban y retumban. Porque nadie más tiene tu color, sonrisa, olor y pasión. Sin ti lluvias, truenos , relámpagos y nubes parecen algo sin sentido ni razón.

Enamorado de los vientos

Esos ojos encandilan escenarios. Esa mirada remueve cada gramo de la tierra madre. El rojo del suelo se lo lleva el viento ya que tus labios resuenan mucho más fuerte que las olas en el mar adentro. Camino detrás y no de frente porque no soy digno de ir delante tuyo. Soplan vientos que azotan mis brazos a cada olor que viene de tu presencia, no sé que tienes pero si lo que dejas. El templo enmudeció a tu presencia, las gentes acallaron sus voces. El sonido de los pájaros se detuvo, el polen de las flores ya no sabía caminar entre los aires de ese desierto. Las montañas atraparon todo menos tu ser.

jueves, 9 de mayo de 2013

El gesto de un caballero


Sabed que estoy con vos señora, castillos encubran a veces vuestra mirada, soldados con lanzas atacan la cercanía de mis pasos a vuestra estancia. Andaré por el camino de tierra y polvo pues para mi hidalguía solo esos suelos son permisivos. A la luz del nuevo día intentaré raptaros en hombros y espadas si así Dios nuestro señor lo dictara. En la orilla del río a mil millas del otro lado del bosque yo os besaría sin más pues antes leer vuestros labios tesoro para cualquier hombre mundano.


Escrita por Andrés Alejandro García Caro